El diario de un sueño: Bcn – Guinea Bisáu

2017
12 enero
Comentarios
Publicado en:

Os hago llegar la primera parte de mi viaje de 9 días a Guinea-Bisáu. Tanto por la experiencia como por la fuerza transformadora del viaje me hace mucha ilusión poderlo publicar y haceros partícipes de lo que viví durante los nueve días de estancia.

Lo he dividido por capítulos según me parecía en tiempo real y no he querido “corregir” nada de lo escrito en el relato, prefiero que lo tengáis directo, sin filtros. ¡Espero que os parezca interesante!

I – De partida

Un largo jueves que empezó a las 07 de la mañana. El despacho, como siempre, con las prisas de siempre, parecía que no respetaba mi partida; llamadas urgentes, mails urgentes y los mercados descontando una posible victoria de Trump.

A las once de la mañana, decidí poner en modo off el ordenador, silenciar el móvil y salir en busca de mis últimas compras. ES cierto, siempre hago cosas en el último momento, como si me causara una subida de testosterona adicional…

Creo que vacié las estanterías de la sección de papelería de El Corte Inglés. Recuerdo la mirada de Carmen, era la dependienta de la sección. No se atrevía a preguntar, mientras me observaba corriendo por las estanterías a por tizas de colores, lápices con goma en el extremo, sacapuntas o las cien libretas de media cuartilla que le iba dejando en el mostrador. Al final fui yo, con media sonrisa que le dije, ‘no te asustes Carmen, ya termino, hoy parto hacia Guinea-Bisáu, con mi amigo Rafa, que acaba de inaugurar una escuela y llevamos material para los niños de allí’. Carmen, que tenía los rasgos castigados por un trabajo ingrato y seguro, mal pagado, dibujó una sonrisa enternecedora, y en ése momento, me di cuenta de la emoción del viaje. Algo en mi, empezaba a cambiar.

Habían llegado los lápices de colores Alpino, que tan generosamente me había entregado Marta. Teníamos 50 paquetes de 24 colores por paquete, teníamos las camisetas del Barça de todas las colecciones que se habían acumulado en tantos años. Teníamos los 20 balones de cuero para regalar, teníamos libretas, lápices y tizas para las clases. Las maletas sobrepasaban, por mucho, el peso de lo permitido, pero estábamos seguros que la magia del proyecto nos ayudaría. Alguien, seguro, nos ayudaría.

II – De cena en Lisboa

Rafa esperaba en el mostrador del check in, la primera parada sería Lisboa, hacer noche y preparar la partida a Guinea la mañana siguiente.

Celine se llamaba la chica del mostrador, y cuando nos indicó que las maletas sobrepasaban en mucho el peso permitido Rafa les mostró las fotos de la escuela remodelada, del sueño que íbamos a cumplir a más de 100 familias de una de las islas más pobres del planeta. Y surgió la magia, Celine hizo la vista gorda, y nos facturó la maleta con esa media sonrisa calcada a la de Carmen, “mi dependienta” de El Corte Inglés.

Era emocionante ir viendo como las personas que íbamos encontrando ponían su pequeña parte, lo que podían en ese instante.

La llegada a Lisboa, y de allí a un hotel del centro sin nada que añadir, era parada técnica, necesaria para seguir. El paseo por la Avenida de las Libertades fue muy agradable, hasta llegar sin querer a la Champanheria do Largo, buen trato y un bacalao excelente. Muy recomendable si os dejáis ver por Lisboa.

Permíteme que pase al presente, porque ahora mismo escribo desde el avión camino a Guinea. El vuelo parece un dormitorio, y aunque viajemos de día, más de la mitad del pasaje duerme… Al llegar nos espera Che, un amigo de Rafa que vive en la isla donde Rafa construyó la escuela, la isla se llama Unhocomozinho y dormiremos en Kéré, otra isla cercana donde Che nos hará de guía.

Escribir en presente, añade más emoción de describir lo desconocido y apuntarlo en ese mismo instante. Nos quedan tres horas para llegar a Guinea y os confieso que ¡ya quiero estar allí!

Al lado tengo una chica de color. Es joven, no más de 25 años, guapa, de mirada dulce. Tiene un Parkinson, o semejante, galopante. No puede dejar de moverse compulsivamente, se nota que padece por mí, por no molestar. No para de pedir disculpas mientras se sujeta con su mano derecha, la izquierda, porque parece que se dispara. Pienso en mi suerte, suena tópico, pero no puedo dejar de pensar en todas las posibilidades que nos brinda la vida.

Rafa se ha dormido, yo escribo para conciliar emociones. Aunque ahora me siento más tranquilo, relajado. Como saber que estás en el lugar correcto.

III – La Llegada

Sigo impactado por la llegada a Guinea, nada de lo visto ni por televisión, ni por amigos coincide con los que he sentido al llegar. Solo salir del aeropuerto, la gente esperando para poder obtener algo no te permite salir. La capital respira extrema pobreza; casas de barro, niños solo esperando, desnudos, sin rumbo… mujeres transportando en sus cabezas bidones de agua y hachas cortando leña en medio de la nada.

Nosotros iremos en la camioneta de Che que nos ha recogido en el aeropuerto. Buen tipo, muy intenso y interesado en explicar la situación de su pueblo y de las pequeños que allí viven. Hace tres meses que en Guinea no hay gobierno, y ni tan siquiera han empezado las escuelas. Tampoco cobran los funcionarios y el futuro no parece mucho mejor.

Durante el trayecto hemos decidido parar junto a un poblado. Imaginaos decenas de niños y niñas, abalanzándose, hombres y mujeres abalanzándose sobre nosotros. No estaban tristes, sonreían, deseaban aparecer en las fotos, bailaban, saltaban los pequeños… Algo parecido al que se conforma con su situación y es capaz de tener momentos de felicidad. Hemos sacado un balón que traíamos para el colegio, hemos estado con ellos, algunas fotos, sonrisas y un balón de fútbol… hay tanto por hacer, que sientes que tu aportación será insignificante delante del mayor drama humano que he visto jamás.

Finalmente hemos llegado al embarcadero, la verdad es que la embarcación no daba muchas garantías, pero una vez estás en situación poco, por no decir nada, puedes escoger… La travesía ha sido preciosa, entre hangares llenos de verde, y contrastes del mar y el día medio apagado.

IV – Kéré

La llegada a la Isla Kéré un sueño, parece un Oasis, con terrazas maravillosas abocadas al mar en medio de ningún lugar.

Hoy comeremos pronto. Estoy cansado, hace mucha humedad y me siento dolorido por el viaje de 24 horas para poder llegar aquí.

Mi primer medio día en Guinea ha sido brutal, impactante y sin tregua. Os mentiría si no os dijera que me duele el alma, es una sensación de vacío e impotencia al tener la certeza de que seguimos permitiendo situaciones de extrema pobreza en nuestro mismo mundo… Creo que necesito descansar y asimilar las emociones que me esperan estos días.

Seguimos en Kéré, hoy está siendo un día de preparativos. Tenemos la visita del inspector del Ministerio de Educación de Guinea Bissau. Le hemos enseñado la totalidad del material educativo que traemos para los más pequeños. Han estado revisando los libros, cuadernos y fotografías que mañana entregaremos al profesor en la isla de Unhocomozinho, también tenemos previsto visitar una isla cercana para el proyecto de una segunda escuela. Me ha sorprendido el bajo nivel de escolarización de los niños, lo cierto es que las escuelas son tablones y pizarras en medio del poblado sin más ayuda que la dedicación de un profesor, que por otro lado no cobra desde hace tres meses al no tener gobierno en Guinea.

La escuela que inauguramos, es lo más parecido a una escuela europea, con su aula, su material en perfecto estado y la ayuda que necesita cualquier docente.

Es alucinante ver el agradecimiento de los inspectores por lo que venimos a hacer.

Hay una cierta sensación de abandono por el resto del Mundo, y estas iniciativas les llenan de energía para seguir trabajando por y para su pueblo.

Hemos realizado la entrega de libros con unas fotografías para el ministerio. Es evidente que es un acontecimiento éste nacimiento de un nuevo centro escolar, aunque creo que, al final, el protagonismo debería ser lo de menos.

Mientras comentábamos los por menores de la escuela, habían dos chicas jóvenes, debían tener cerca de veinte años. Estaban limpiando las habitaciones, sin siquiera levantar la mirada, sin osar intervenir para nada. Rafa y yo nos hemos mirado, la misma sensación de incomodidad de ver como las mujeres estaban incluso avergonzadas. Rafa se ha levantado y le ha regalado a la hija de una de ellas que correteaba por allí un libro de cómic y unos lápices de colores. Con todo lo que estoy viendo, sigo sintiendo la piel de gallina al ver la sonrisa de la pequeña. Como dice mi padre siempre, ser generoso es mágico… y muchas veces se ayuda más al que da que al que recibe.

Sonia y Laurent son los propietarios del lodge donde nos alojamos. Una pareja encantadora, ella portuguesa, estudiaba para ser misionera, pero finalmente no la aceptaron y en uno de sus viajes a Guinea conoció a Laurent, él es francés, se quedó en Guinea después de venir de cooperante con 23 años. Tiene cuatro hijos de dos matrimonios anteriores, y hace tres años regenta el lugar junto a Sonia.

Hoy es un día triste para ellos, ha muerto una amiga en Francia, después de una, al parecer, simple operación de hernia. Sonia sigue desconsolada y Laurent ha estado disculpándose en su nombre.

Esto, o lo que sea, va de una vida. Y si algo estoy aprendiendo a base de impactos directos a la piel, es que los que somos capaces y tenemos la posibilidad de cambiar cosas para mejorar nuestra propia vida, para acercarnos a la utopía de la felicidad, tenemos la obligación, el deber moral diría yo, de hacerlo. Porque, en realidad, qué obtenemos postergando decisiones pensando en que tendremos tiempo, cuando en realidad es de las pocas cosas que no podemos controlar, el tiempo que nos queda hasta que algo o alguien lo trunque para siempre…

Che está preparado con la barca, lleva un pequeño motor detrás, para navegar alrededor de la isla, tampoco más, llevar las cañas de pescar y algo de bebida, ya que la salida se prevé de más de tres horas aproximadamente. Nunca he sido un aficionado de la pesca, siempre lo he encontrado poco deporte y dañino, aunque por otra parte, un buen mero o un rodaballo nunca me lo pierdo.

De repente se tensa la caña, como si fuera a romperse de tanto doblegarse, Rafa la coge y empieza el juego simultáneo de levantar la caña mientras recoge cuerda, la lucha de la barracuda es feroz, tanto es así, que se debe matar antes de subirla al barco, ya que tiene una gran boca y una dentadura afilada. Che, de un golpe seco, justo detrás del cogote la mata. Yo me estreno en la siguiente, también una barracuda, y lo cierto es que sentir como lucha es desafiante…

El Sol empieza a esconderse, no hay nadie. Somos la única embarcación cerca de Kéré. Parece un sueño, y más cuando, al llegar, nos esperan excitados para ver la pesca. Y es que esta noche cenaremos barracuda. Tanto los huéspedes como la gente del lugar.

Hemos tenido suerte, y vamos a poder invitar a las 37 persones que viven aquí. Se antoja una tarde-noche mágica, dejándonos llevar por la felicidad que hoy siente la gente del lugar.

El Sol se esconde, saldré a buscar a Rafa, mañana partimos a la escuela. Algo muy adentro empieza a removerse, deben ser los nervios y las ganas por llegar.

La noche nos esconde en África.

2017
12 enero
Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

marcciria.com utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y analizar el tráfico. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Leer más

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close