Los atentados en Bruselas vuelven a poner de relieve la flaqueza de Occidente frente a un terrorismo que busca crear pánico, sin seguir criterios en su objetivo más que el de asesinar al mayor número de personas posible en cada ataque.
Nos sentimos absolutamente desbordados por una forma de matar propia de la peor ficción, seguimos paralizados y sin poder de reacción frente a la injusticia de la demencia con poder.
Lo peor es que la financiación para estos grupos integristas sigue al alza, tanto por la diversidad de canales del que se nutren, como por el potencial de los existentes.
Una parte importante del petróleo que se extrae en Siria y en Irak, se transporta a Turquía y representa la principal fuente de financiación terrorista, petróleo que acaba siendo consumido y pagado en un porcentaje muy elevado por Occidente.
El tráfico de Estupefacientes también forma parte de la financiación terrorista. Heroína transportada hasta Europa por territorio Iraquí, obteniendo 1.500 millones de dólares adicionales. Se añade el tráfico de tabaco a esta actividad en las zonas controladas por el Daesh en territorio Iraquí.
El contrabando de órganos también es fuente de financiación del terrorismo Islámico. No olvidemos que un riñón en occidente se compra fácilmente por 200.000 dólares, de nuevo, financiación que obtienen indirectamente de Occidente.
Evidentemente, todos los terrorismos se parecen, y la extorsión también es práctica habitual del ISIS. Las familias, empresas, comercios, etc pagan cifras no inferiores a 50.000 dólares. Además de la obligación de que algún miembro de la familia se integre en la organización terrorista.
Tener la capacidad de financiarse es la causa y factor más relevante para poder seguir matando, por tanto, la verdadera guerra reside en atacar la forma de financiación del Terrorismo Islámico.
Y como cualquier otra organización terrorista reciben también donaciones a través de la Zakat (limosnas) y recepción de Capitales a través de Entidades Financieras situadas en países del Golfo.
Tener la capacidad de financiarse es la causa y factor más relevante para poder seguir matando, por tanto, la verdadera guerra reside en atacar la forma de financiación del Terrorismo Islámico.
Cuando el petróleo ya no funciona por culpa de la bajada del precio, han utilizado otras vías, como la venta de patrimonio artístico a Occidente, el tráfico de drogas o la venta de órganos, todo vale con tal de seguir financiando al terror.
Por tanto, Occidente debe inmediatamente bloquear el acceso a fuentes petrolíferas por parte del Daesh, aportando los medios económicos que sean necesarios para hacer efectivo el bloqueo. Y hacerlo extensivo a las actividades ilícitas que utilizan para su financiación.
La estrategia de Occidente no debe centrarse únicamente en una respuesta militar, en la que además nuestra propia experiencia nos indica que ha resultado un fracaso en la gran mayoría de casos.
Únicamente bloqueando el acceso a dinero podemos vencer en la parte militar. Debilitar desde todos los frentes al enemigo para que no encuentre cobijo ni en sus armas, ni en su dinero.
Las imágenes que rebotan una y otra vez contra nuestras cabezas de la post masacre, y que seguimos sin entender y que nos paralizan nos dejan sin respuestas.
La estrategia de Occidente no debe centrarse únicamente en una respuesta militar, nuestra experiencia nos indica que ha resultado un fracaso en la mayoría de casos.
Nos asalta el pánico de pensar cuando y donde volverá a ocurrir. La sensación de vulnerabilidad nos ataca justo en el centro del discernimiento y la protección simplemente parece una quimera propia de otros tiempos.
Permitirme haceros directamente estas preguntas: ¿En realidad valoramos vivir, o simplemente creemos que es un derecho inalienable del que nadie nos puede privar?
¿Pero realmente valoramos la vida? Realmente, la gran contestación, la gran revolución y lucha contra el terrorismo debiera ser tener más ganas de vivir que nunca, ¿No creéis?.
Que mejor homenaje a las víctimas del terrorismo se puede hacer que luchar por nuestro derecho a vivir en plenitud, sin miedos, sin amenazas. Disfrutando de cada instante, como un nuevo despertar, sentirse bien por abrir un nuevo día.
Ocupémonos de ganarles en el ámbito económico, militar, pero también en el emocional. En este último todos tenemos mucho que hacer, una responsabilidad frente a las víctimas y a la propia vida de exprimirla al máximo y empezar por vivirla cada día, como si todo empezara otra vez, sin excusas.