Los fondos “buy & hold“: no es oro todo lo que reluce

2019
29 noviembre
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Cada vez son más las entidades gestoras que ofrecen a sus clientes este tipo de fondos para captar la atención de un inversor necesitado de rentabilidad. Aquí analizamos su verdadera cara.

Desde siempre el inversor / ahorrador ha destinado su inversión a los denominados depósitos financieros (depósitos a plazo) que ofrecían una rentabilidad atractiva. La banca, conocedora de este perfil inversor, inició hace más de dos décadas la comercialización masiva de fondos de inversión y depósitos con garantía de capital ya fueran vinculados a activos de renta variable o simplemente a tipos de interés bajo la única condición de mantener la inversión durante un determinado número de años lo que le aseguraba tener cautivo al cliente durante esos años.

A medida que se inició la fase de bajada de tipos de interés, estos productos con garantía de capital eran cada vez menos atractivos financieramente y la banca, en lugar de dejar de comercializarlos o reducir sus márgenes, empezó a complicar dichos productos introduciendo opciones de menor valor, ampliando los plazos de inversión e, incluso, trasladando parte de riesgo de capital al inversor, eso sí, vistiendo el producto de tal manera que pudiera parecía que nada hubiera cambiado cuando, en realidad, las simulaciones de posibles rentabilidades esperadas de esas opciones eran prácticamente nulas.

El hecho que los tipos de interés, lejos de recuperarse, hayan seguido bajando hasta el punto de situarse en niveles negativos, ha obligado a agudizar el ingenio de los colocadores de estos productos hasta iniciar la comercialización en los últimos meses de un nuevo producto que está siendo muy bien acogido por los inversores: los fondos “buy&hold” con rentabilidad objetivo.

¿Cómo son estos fondos?

En un entorno de tipos de interés negativos, ¿cómo es posible diseñar un producto que pueda ofrecer una rentabilidad atractiva? La solución es sencilla: a través de la inversión en renta fija de muy baja calificación crediticia (bonos high yield o más conocidos como bonos basura).

Efectivamente, cada vez son más las entidades gestoras que ofrecen a sus clientes fondos “buy&hold” de  rentabilidad objetivo que, con un plazo de inversión de entre  5 y 7 años, intentan captar la intención de un inversor necesitado de rentabilidad.

Para empezar, ya no son fondos “de rentabilidad y capital garantizado” sino fondos “rentabilidad objetivo”, lo que quiere decir que esa rentabilidad solo se logrará si ninguno de los emisores en los que invierte el fondo hace default.

Los fondos “buy&hold” no se llaman así por casualidad sino que su nombre se debe al tipo de gestión que se realiza de los mismos: El gestor del fondo compra (buy) los bonos en el momento de la comercialización del producto y los mantiene (hold) hasta el momento del vencimiento del producto. Es decir, no son fondos gestionados que, una vez que se cierra la comercialización, ya no aceptan nuevas suscripciones quedando cerrados.

Fondos no gestionados

La inversión en bonos high yield no es en sí mismo ningún problema. De hecho, sigue siendo un activo recomendable para complementar una cartera bien diversificada y más cuando se trate de fondos gestionados en los que el gestor pueda ir ajustando la cartera con la venta de aquellos emisores que puedan presentar algún problema y su sustitución por otro con mejores perspectivas. El problema está en el hecho de que sean fondos “no gestionados”, es decir en los que, como se comentaba anteriormente, la composición de la misma pase a ser estática hasta el momento del vencimiento del fondo. Esta falta de gestión se pone de manifiesto en el hecho de que suele ser habitual que las propias entidades gestoras de este tipo de fondos calculen cual es la tasa de default necesaria para que el fondo entre en pérdidas de capital.

El análisis de esta tasa de default de los bonos de la cartera es muy importante porque nos ayudará a determinar si la “rentabilidad objetivo” que anuncia el fondo es creíble o no y, sobre todo, a conocer la probabilidad de que el inversor acabe teniendo pérdidas en su capital.

Previsiones poco halagüeñas

Dado que la economía global acumula muchos años de crecimiento económico (por ejemplo, la economía de EE.UU. encadena el mayor periodo expansivo de su historia) las tasas de default se sitúan cerca de sus mínimos históricos lo que ha generado una falsa sensación de seguridad en los emisores high yield. El problema es que todos los indicadores apuntan a que la economía se dirige a una fase de enfriamiento que pudiera derivar en recesión en algunas de las principales economías del mundo. A medida que este deterioro económico se vaya confirmando, aquellas empresas con mayores niveles de deuda serán las que en primer lugar sufran las consecuencias con dos impactos directos: en primer lugar un incremento de sus costes de financiación dado su mayor vulnerabilidad financiera y, en segundo lugar, con un repunte de las tasas de default. Tanto un impacto como el otro repercutirán de manera inmediata en el precio de sus bonos que caerán arrastrando de esta manera la valoración de  estos fondos “buy&hold” llegando a poner en riesgo, no solo la rentabilidad de la inversión sino, el capital invertido inicial.

Además, las medidas expansivas que han ido implementando los principales bancos centrales mundiales, con enormes programas de compras de deuda han provocado que los diferenciales (spreads) de crédito de toda la renta fija hayan disminuido hasta niveles irrisorios. Evidentemente, aunque los bonos high yield no formaban parte de la tipología de bonos que estaban comprados los bancos centrales con sus programas QE, se han visto beneficiados hasta situarse en niveles muy alejados de sus medias históricas. Este es un factor muy peligroso puesto que, en el momento que estas ayudas artificiales desaparezcan los diferenciales tenderán a ir normalizándose provocando importantes caídas en sus cotizaciones.

Imprescindible una gestión activa

El inversor, antes de aceptar la suscripción de un fondo “buy&hold”, debería tener muy presente que está invirtiendo en una cartera de bonos high yield, que en ningún caso tiene garantía de rentabilidad ni del capital invertido inicialmente, que se trata de inversiones en fondos que no son gestionados de manera activa y que el tipo de interés que ofrecen actualmente se sitúan en niveles muy alejados de la rentabilidad tradicional de este tipo de bonos por lo que, la probabilidad de que su precio baje es muy elevado. Seguimos considerando que la inversión en una cartera de bonos high yield bien diversificada tiene valor pero, ante el entorno económico hacia el que nos dirigimos, adquiere más importancia que nunca una gestión activa que permita cambiar aquellos emisores que en un momento determinado puedan presentar dificultades que puedan poner en peligro su solvencia.

2019
29 noviembre
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