El título podría ser inverso a “lo que el tiempo se llevó”… la velocidad con la que va todo, al mismo tiempo fascina que aterroriza.
Nos preguntamos constantemente, si estaremos a la altura, que nos tenemos que actualizar instantáneamente, que es obligación estar en guardia, que los que vienen empujan fuerte… a veces nos quedamos anclados en la ansiedad del cúmulo, en lugar de ir “pasando puentes”, uno por uno, sin pausa, pero sin prisa. Entendiendo el camino, disfrutándolo.
Quizás se nos ha olvidado disfrutar del camino, cuando a mí entender es la única solución para no estar jamás descategorizado.
Recordar aquello por lo que empezamos nuestro camino, aquello que nos impulsó, aquello en lo que creímos, nos ayudará seguro a recuperar la pasión en lo que hacemos. Nunca ha sido más real la frase “ten un motivo para levantarte cada mañana”
He tenido la suerte de leer de nuevo a David Trueba, y me cautivó al mismo tiempo que sentí un profundo latigazo la reflexión que se hacía a través de uno de sus personajes “cuando nos olvidamos de hacer castillos de arena, quien fue que nos robó la magia de ser un niño”
Transportemos la reflexión a nuestro día a día, también a nuestra vida personal, en la que es más difícil hacerse preguntas por miedo a las respuestas, miedo por otro lado, más que entendible, humano.
En un mundo donde es imposible dominar los avances al mismo tiempo que se producen, debemos mantener más que nunca nuestra ilusión en lo que hacemos.
Es difícil, transformar la frustración en oportunidad, eso es cierto. Pero la oportunidad de seguir aprendiendo, de cambiar de orientación cuando sea necesario y de huir de la zona de confort, sólo puede ser una oportunidad.
Lo sé, da miedo, el vértigo del salto al vacío, pero pensemos en la oportunidad del momento, en la emoción de una transformación en todos los ámbitos, que es imparable e ilusionante al mismo tiempo.
Reilusionarme está en mi lista del mes de agosto, aquella que repito cada año con los retos, metas, tanto personales como profesionales a las que me quiero dirigir y poner el alma.
Reilusionarme es la primera palabra de mi lista, y éste año, la única. Es un reto demasiado ambicioso para compartirlo con otros, desde la ilusión nacerá el resto, no me cabe la menor duda.