Los últimos días han sido un poco caóticos después de la repentina desaparición del Popular.
Un banco referente en los noventa se engulló a si mismo en un arrebato de arrogancia y egocentrismo que lo metieron en la boca del lobo de la burbuja inmobiliaria en pleno desfase, años 2005 y 2006, mientras muchos de los ilustres del sector realizaban las últimas ventas, la banca ignorante y temeraria se metía de lleno. Sólo existía la posibilidad de beneficios de doble dígito, y si proponías dudas es que no sabías, estabas anticuado o carecías de visión de negocio. Y entonces, empezamos hacer cosas que no sabíamos hacer…
Y el drama lo paga como siempre el ahorrador, que sin asesoramiento y confiado en «su» bancario que a su vez está sometido bajo amenaza a su superior, acaba perdiendo hasta el último céntimo, y ahora toca demanda y cruzar los dedos. Y de nuevo, por hacer cosas que no sabemos hacer…
Y permitidme que mezcle cosas, hoy el post nace del estomago y de la indignación, pero se repite en el deporte. Como el Barça cuando juega a ser el Madrid fichando estrellas que acaban siendo estrellados, o vendiendo perlas de La Masia a precio de saldo. Pasando de ser un modelo y referencia de club en el acompañamiento de jóvenes talentos hasta el primer equipo, a preferir lo malo de fuera antes que lo bueno de casa, y de nuevo el desastre por hacer cosas que no sabemos hacer…
Y entonces parecen eruditos. y genios aquellos que vuelven a la esencia, a los valores de hacer las cosas con sentido. Aquellos que hacen las cosas fáciles sin buscar honores ni reconocimientos, sino que con pocas palabras te saben transmitir que cuando centras tu empeño y tu alma en hacer lo que sabes hacer, sin motivo aparente, las cosas pasan, vuelven a su sitio. Como si de magia se tratara, vuelven a tener sentido, sin trucos, sin filtros. Simplemente volviendo al origen, en lo que eres bueno, para ser invencible.