No es una buena noticia que Boris Johnson llegue al número 10 de Downing Street. No es positivo ni para el Reino Unido, ni para Europa, ni para el mundo. Porque ya demostró ser, en su etapa de periodista hace 25 años, un abanderado en el uso del fake journalism con claros intereses partidistas (cuando pocos conocían el término fake news que tan común es hoy en día).
Johnson llegó a publicar que se iban a controlar las medidas de inclinación de los plátanos de importación y exportación a la Unión con el fin de comparar el control de Europa con el régimen nazi. También dijo, y esta es su mayor falacia hasta la fecha, que el Brexit y la posterior salida del Reino Unido de la Unión Europea comportaría 350 millones de libras semanales para los ciudadanos británicos.
Además de su amor por las fake news, el nuevo primer ministro Johnson comparte apoyos de la derecha más extrema del Reino Unido y también de Donald Trump, quien lo ha descrito como un líder ejemplar. Ya tenemos servido un nuevo capítulo de histrionismo y testosterona a lado y lado del Atlántico, que conllevará seguro inestabilidad política y económica.
Los datos hablan
Independientemente del debate que se da en los diarios y redes sociales, lo cierto es que analizando los datos objetivos que conlleva una política de no acuerdo respecto al Brexit, ya se ven afectaciones directas a la economía británica. El ejemplo más claro es la evolución de la libra esterlina, que aunque existe un claro margen para una prolongada depreciación, los límites ya resultan preocupantes pudiendo volver a los mínimos que marcó justo después del referéndum de 2016.
La depreciación de la libra frente al dólar solo la superan el bolívar de Venezuela y el naira de Nigeria. Y esta situación parece que se acentúa con las dudas de una posible recesión y una fuerte inflación. Así que, mientras es evidente que el nuevo ministro británico se siente como pez en el agua con declaraciones estrambóticas e hilarantes, como aquella en la que comparaba a las mujeres que usan burka con ladrones de banco o buzones de correos, los temores y amenazas a la economía británica no cesan.
Peligrosa política cortoplacista a golpe de fake news
Lo que parece evidente, es que Johnson no puede permitirse un debilitamiento de la economía, y una estrategia que parece que acompaña al personaje, podría ser un paquete de estímulos económicos financiados a través del incremento sustancial del endeudamiento del Gobierno, acompañado de una reducción impositiva.
Al final, lo importante para Johnson es la inmediatez, la demostración a sus conciudadanos y a Europa, que el Brexit con o sin acuerdo era y es la mejor opción para el país, por tanto, el endeudamiento creando estímulos artificiales, es la opción más eficiente y rápida para conseguir resultados a corto plazo, teniendo claro, que el largo plazo no le importa, no lo contempla.
Actúa exactamente igual que en EE.UU su homólogo y ferviente defensor Trump, que acaba de alcanzar un acuerdo en el congreso que le permitirá aprobar un presupuesto para los próximos dos años para suspender el techo de deuda, e incrementar el gasto del gobierno en 320.000 millones, justo hasta después de las elecciones de 2020.
Hay muchas conclusiones posibles, quizás la más relevante es que el exceso de endeudamiento empobrece a cualquier empresa, y a cualquier país, porque el responsable del pago del mismo no es el ejecutivo, sino las familias y las empresas, esto es, las únicas creadoras de riqueza de las economías.
Ambos líderes están hechos del mismo corte, son políticos egocéntricos que buscan el triunfo en el mensaje y no en mejorar la vida de las personas; que buscan el protagonismo, por muy alto que sea el coste del mensaje; y que son escogidos por ciudadanos altamente decepcionados con la clase política y que suelen buscar cobijo y protección en las mismas fake news que ellos alimentan.