La historia de Carlos San Juan ha sido contada en periódicos, radios y televisiones de todo el país, haciéndose eco de su heroica lucha, la de conseguir firmas para lograr “un trato más humano en las oficinas bancarias”.
En concreto, ha llegado a recoger 250.000 firmas en las últimas semanas ya que, como él, muchos se sienten «apartados» y completamente alejados de un sistema bancario en el que casi todas las gestiones son telemáticas. «Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo. Ahora casi todo es por internet y no todos nos entendemos con las máquinas. No nos merecemos esta exclusión” se lamentaba.
Esa lejanía con un segmento de sus clientes es una decisión tomada cada vez por más bancos. No tener en cuenta las necesidades de todas las personas. Porque sigue habiendo una minoría todavía numerosa – muchos de ellos de edad avanzada- que reclama que le atiendan cuando lo necesitan, le traten presencialmente y que le asesore, le ayude, le escuche…
Estas personas quieren percibir que existe una relación de confianza en algo tan importante como es organizar su dinero, sus ahorros. Pues precisamente en este punto es dónde el asesor libre de ataduras e independiente nunca fallaría, en su proximidad. Los asesores somos especialistas que acompañamos y velamos por cada cliente, adaptados a sus necesidades y criterios, siempre colaborando para que sus inversiones o sus transacciones sean fáciles, comprensibles y hechas desde la confianza mutua que merecen todos los clientes, pero especialmente los de mayor edad. En nuestro ADN está ese servicio para los que nos necesitan y allí siempre estaremos nosotros, las 24 horas y los 365 días del año. Es nuestra vocación y es nuestra pasión.