La economía lo determina todo, tanto en la vida profesional como personal. Tanto para emprender un proyecto, como para poder planificar el ocio. Perder el miedo al gasto es empezar a derrumbarse cualquier proyecto, no definir un plan estratégico con un plan financiero en paralelo, es perder la perspectiva de las cosas esenciales para lograr tanto un buen fin como un buen trayecto hasta este fin.
Tradicionalmente en el deporte, la economía era aquel rincón oscuro y olvidado donde nos castigaban, donde hablar de ello suponía cansancio y aburrimiento. De repente, y por necesidad (y siempre en malos momentos, nunca en buenos) es esencial, siempre pasa lo mismo, vamos al médico cuando ya no nos podemos casi levantarse de la cama, con la economía pasa algo parecido.
El Barça ha pasado de ser un Club rico, a ser un Club en riesgo. No tener la prudente diligencia en la gestión económica estos últimos cinco años, nos ha llevado a una situación preconcursal, que de momento hemos salvado con un «match ball» en forma de financiación y la reducción de costes de los salarios del primer equipo de fútbol masculino. Pero este movimiento es «one shot». No podremos refinanciar de nuevo la deuda sin ordenar la casa y establecer un modelo que haga viable y sostenible el Club por sí mismo.
Llegamos entonces a los números. Siempre llegamos al final o al principio, pero los números, como decía aquel «lo que no son cuentas son cuentos…». Y por lo tanto, deben ser claros y transparentes.
El modelo de gestión económica desde el ejercicio 2016 es indefendible desde un punto de vista financiero. Aunque desde el 2015 el balance ya sufría cierto «estrés», a partir de 2016 y sobre todo con la salida de Neymar, la pérdida del valor y el respeto al dinero se manifiesta en la gestión diaria del Club.
Entonces llegamos al apartado de las «responsabilidades», donde pocos quieren estar, y hacen ciertos virajes para evitar el mínimo exigible a una Junta Directiva, la responsabilidad en la administración del Club. Y eso no se puede ni se debe hacer desde el estómago, ni desde el rencor. Se debe hacer desde la razón y siempre con el apoyo de profesionales de contrastada valía y con el cumplimiento de los requerimientos que la ley indica.
En el caso del balance y establecer pérdidas, es también así. Auditores, equipo jurídico y ejecutivo se juegan mucho para reflejar en el balance la realidad económica del Club. Por tanto, no se puede ni se debe banalizar con la excusa fácil del oportunismo y la inducción intencionada o no de la sombra del fraude y, es necesario, por otra parte, exigir información clara y concisa en las cuentas anuales para que todos los actores puedan llegar a las mismas conclusiones sobre estas cuentas.
Y es en este punto donde ciertas partidas contables resultan claves. Son todas aquellas sometidas a estimaciones, principalmente las provisiones y los deterioros de activos (depreciaciones, antiguamente) y que tienen como característica común que, en muchos casos, que el hecho de que las ha ocasionado deje de existir, son reversibles.
No son, por tanto, capricho de nadie, ni aparecen de la nada. Pero sí es cierto que suelen aparecer cuando peor van las cosas (sea por mala gestión o por efectos coyunturales, o la combinación de ambos). Ya que el principio de prudencia contable en momentos de crisis siempre gana peso específico ni que sea por causas meramente psicológicas.
Para poderlas contabilizar deben pasar dos cosas. Se han de poder estimar (calcular) y es necesario que el hecho económico que las ocasiona sea probable que suceda. O sea, que supere el 50% de posibilidad de que ocurra.
En el caso de un litigio sin sentencia, si tanto la asesoría jurídica interna como la externa creen que probablemente, no se ganará (siempre bajo un criterio profesional riguroso) sería necesario registrar una provisión.
Sin embargo, si se considerara posible (50%) no habría que contabilizar ninguna provisión pero si informar a la memoria.
En el mismo sentido, y con el condicionante de la situación deportiva y económica de la entidad, la necesidad de deterioro o no de ciertos activos, y nos referimos a las cláusulas pagadas por el fichaje de jugadoras contabilizadas como activos intangibles, pasa a ser un punto clave y que requiere que esté muy bien explicado en las cuentas anuales y con una base de cálculo que soporte diligentemente la existencia o no de deterioro realizada por un experto independiente que mitigue cualquier duda sobre este cálculo. La pérdida de valor superior al importe registrado en ese momento el balance implica disminuir este valor registrando pérdidas (reversibles, en caso de reversión de la situación que las ha ocasionado).
Queda claro por tanto, que además del efecto de los importes registrados lo que es fundamental para poder exigir responsabilidades y estar bien informado es saber el criterio por el que ha sido registrado, o sea, el motivo, la causa y, sobre todo, el evidencia (la realidad) que lo sustenta: su base. Sólo así podremos, no sólo exigir las responsabilidades a quien corresponda sino, apartar el oportunismo. La sombra sigue de la existencia de fraude contable que tanto daño hace a la credibilidad de las cuentas y provoca la pérdida de confianza.
Por último, pero para mí no menos importante, la salida de Messi es el error o uno de los errores estratégicos más graves de la historia del Club. Algunos hablan de avaladores, otros de LFP, límite salarial, etc. Pero la única verdad es que si el Barça hubiera tenido un balance mínimamente ordenado y coherente a 30 de junio de 2021, Messi sería hoy con nosotros. Y el resto, son cosas que se dicen…