Un genio emerge sin pedir permiso: la historia de Jöel Dicker

2016
31 agosto
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Jöel Dicker. (Foto: https://joeldicker.com/)

Del arte seguro que poco os puedo enseñar. A veces, creemos que es arte aquello que nos gusta a nosotros, pero en realidad el aplauso unánime es necesario para hablar de un genio.

Hoy me voy a atrever a presentaros al que creo será uno de nuestros genios del Siglo si un mal libro no lo estropea. Jöel Dicker transmite en su escritura la irreverencia del intrusismo de la juventud talentosa, aquella que no necesita mostrar los puños ni la vanidad, que simplemente se desliza entre las líneas de cada una de sus tres obras.

No es sólo no poder dormir por terminar la siguiente página que desprende más emoción, si cabe, que la anterior. Tampoco es el nudo acrobático de la historia, que mezcla amor prohibido, muertes exasperantes o descripciones inequívocas de cualquiera de nuestras juventudes…. Es su fuerza. Esa fuerza que reconocemos sólo en instantes de nuestra vida, que se transmite por todos los poros de nuestra piel y nos deja sin respiración, sin habla, sin palabras, sólo admiración. Pura y sin filtros.

Es la pasión que transmite la obra, como al ver a David de Miguel Ángel en Florencia, te deja perplejo, sin aliento, sin relojes, sin tiempo. Obras eternas que permanecerán cuando no quede ni rastro de nosotros.

Siempre he sido un lector irregular, por tanto, os pido distancia en mi juicio que nace de la piel, que no pretende ser imparcial, ni analítico ni objetivo. Es simplemente una presentación desde la humildad, de quien cree descubrir a un genio y se muere por compartirlo.

En su primera obra, Les Derniers Jours de Nos Pères (Los últimos días de nuestros padres), el destello del genio en la descripción de la guerra se desprende en cada una de sus páginas. Pues bien, ningún editor en 2010 quiso publicar la obra de Dicker. Decidió no darse por vencido, y presentó el manuscrito en un concurso literario que únicamente aceptaba obras no publicadas.

Pues bien, Dicker ganó y el premio que recibió en 2010 le permitió conocer a un editor Suizo que finalmente accedió a publicarlo. Aunque diversas adversidades, como la muerte del editor, retrasó la publicación hasta 2012. Sin atisbo de desfallecer, Jöel Dicker ya trabajaba en su segunda obra, La verdad sobre el caso Harry Quebert publicada en ese mismo año.

La segunda obra cosechó suerte muy distinta, o por fin, justicia. Ganadora del Gran Premio de la Academia francesa se convirtió en un superventas mundial, traducida a más de 33 idiomas y superando en España las 12 ediciones. Sin desvelaros nada, no os podéis perder el triángulo entre Harry Quebert, Marc Goldman y Nola Kellergan. No es simplemente una novela negra, ni una historia de amor, ni una oda a los sueños de juventud. Es un tsunami de emoción, intriga y descaro.

Su última obra hasta la fecha, El Libro de los Baltimore, cayó en mis manos durante el pasado mes de agosto. Y simplemente, devorado. Repite el protagonista principal, el escritor de éxito Marc Goldman, que nos retrata a la perfección la adolescencia de cualquiera de nosotros. Llena de dudas, llena de preguntas, de envidias, de amores, de corazones rotos y desenlaces hilarantes…

Hoy en día que seguimos prestando reverencia a nuestros autores de siempre, que aunque merecen todos los honores, a veces, sólo a veces, nos eclipsan de nuevos valores que emergen con fuerzan y piden a gritos hacerse un lugar.

Que su lucha es diaria por editar, por crecer en un mundo tan competitivo, tan mediocre a veces, tan menospreciado otras. En demasiadas ocasiones sus manuscritos se pierden entre editores que sólo buscan escritores consolidados y dinero fácil.

De nuevo una lección de perseverancia, constancia y confianza. De nuevo alguien que sin querer nos enseña que no sólo sirve con ser bueno, ni con estar preparado, ni con tener talento, sino que el éxito exige intensidad, pasión, humildad y no rendirse jamás.

2016
31 agosto
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